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Lula prometió acabar con la "vergonzosa" lista de espera del INSS (Instituto Brasileño de Seguridad Social), pero se ha duplicado y aún podría crecer.

Lula prometió acabar con la "vergonzosa" lista de espera del INSS (Instituto Brasileño de Seguridad Social), pero se ha duplicado y aún podría crecer.

Lula prometió eliminar las colas del INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social), un cuello de botella que durante años ha convertido el acceso a las prestaciones de jubilación en una odisea burocrática. «Es posible», afirmó con seguridad, cuando aún era candidato. En su discurso de investidura, el 1 de enero de 2023, reafirmó que acabaría con la «vergonzosa cola del INSS», declarando que anteriormente había logrado reducir el tiempo de tramitación de las prestaciones de un año a cinco días.

Casi tres años después, la realidad es que el gobierno no ha logrado su objetivo. Las cifras ilustran la magnitud del problema: un aumento del 114% desde el inicio de su mandato.

En 2023, se encontraban en trámite 1,23 millones de solicitudes de jubilación, pensiones y prestaciones. En agosto de 2025, según los últimos datos disponibles en el Portal de Transparencia del Ministerio de Seguridad Social, el total ascendía a 2,63 millones, cifra ligeramente inferior al récord de 2,7 millones de solicitudes pendientes alcanzado en marzo.

La situación presenta otro factor agravante. El Programa de Gestión de Beneficios (PGB), que operaba desde abril para agilizar el proceso, fue suspendido en octubre por falta de fondos. Creado como medida provisional y convertido en ley en septiembre, el programa ofrecía bonos a los empleados del INSS que superaban las metas de productividad: R$ 68 por trámite completado y R$ 75 por examen médico.

En la práctica, funcionó como una especie de "grupo de trabajo remunerado". Ahora, sin incentivos adicionales, los expertos predicen una mayor ralentización en el ritmo de aprobaciones, lo que afectará a jubilados, pensionistas y beneficiarios del BPC (Prestación Continua en Efectivo).

Mientras tanto, el INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social de Brasil) está intentando reponer su presupuesto para reanudar el programa a finales de este año. El presupuesto inicial de 200 millones de reales hasta 2026 se agotó antes de lo previsto, según la institución, que ha solicitado un presupuesto adicional de 89,1 millones de reales al Ministerio de Seguridad Social para continuar con la iniciativa.

Es importante recordar que la interrupción se produce en medio de una crisis de las finanzas públicas, mientras el gobierno de Lula sigue tratando de asegurar recursos para alcanzar el objetivo de superávit fiscal de R$ 34.300 millones proyectado para 2026.

Este jueves (6), el INSS informó que recibirá R$ 217 millones para servicios esenciales como seguridad, limpieza y vigilancia de las agencias, además del mantenimiento del canal 135. La agencia, sin embargo, también había solicitado R$ 450 millones adicionales, así como la liberación de R$ 142 millones, solicitudes que aún no han sido atendidas.

Al ser consultado por Gazeta do Povo , el INSS no respondió si se reanudará el programa para agilizar la concesión de prestaciones.

El principal cuello de botella en las colas del INSS (Instituto Nacional de Seguridad Social de Brasil) son los exámenes médicos presenciales.

Según José Cechin, consultor en salud y seguridad social, la dificultad histórica para reducir la lista de espera resulta, cuanto menos, extraña, considerando los recursos disponibles. Señala que, desde 1976, el Registro Nacional de Información Social (CNIS) cuenta con datos completos sobre historiales laborales y cotizaciones, y que la ley permite el reconocimiento automático de las prestaciones de jubilación y pensión sin necesidad de documentación adicional.

“¿Por qué no se utiliza plenamente el CNIS, que recopila toda la información sobre el historial laboral y las contribuciones? ¿Ha sido abandonado? A finales de la década de 1990 y principios de la de 2000, cuando este registro ni siquiera estaba completo, los tiempos de procesamiento eran mucho más cortos: pocas prestaciones tardaban más de 45 días y la mayoría se concedían en unos diez”, observa.

Según él, el pleno uso del sistema debería ser suficiente para evitar que crezcan las colas, aunque admite que el mayor cuello de botella se encuentra en las prestaciones que requieren conocimientos médicos —como las bajas por enfermedad y las prestaciones por accidentes— y que dependen de una evaluación presencial.

Para intentar agilizar los exámenes médicos, el Ministerio de Seguridad Social creó Atestmed , un sistema que permite conceder prestaciones por incapacidad temporal basándose únicamente en el análisis de certificados e informes médicos presentados digitalmente, sin necesidad de un examen presencial.

La herramienta, implementada en 2022, se ha señalado como uno de los principales motivos de la reducción de la lista de espera del INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social de Brasil), que disminuyó un 37 % entre septiembre de 2023 y abril de 2024, según datos oficiales. El mecanismo también amplió el acceso a regiones con menos expertos y generó un ahorro estimado de 2.500 millones de reales para 2026.

En los últimos meses, sin embargo, el sistema ha enfrentado críticas y restricciones. Un cambio reciente redujo a 30 días el plazo máximo para otorgar ayuda a través de esta herramienta, lo que, según los expertos, podría generar nuevos cuellos de botella y un aumento en la demanda de exámenes médicos presenciales. Entidades como la Asociación Nacional de Expertos Médicos Federales advierten que el modelo actual debilita el control del fraude e incluso podría alargar la lista de espera.

Además de las colas, las demoras generan costos y litigios.

Según la Administración de la Seguridad Social, el tiempo medio de tramitación de las prestaciones a nivel nacional es de 42 días. Sin embargo, existen diferencias regionales, llegando en algunas a tardar hasta 68 días. El plazo legal para la concesión de las prestaciones es de 45 días. Luís Lopes, especialista en Derecho de la Seguridad Social, afirma que la demora en la aprobación de las prestaciones termina incrementando el gasto público, puesto que el gobierno debe abonar importes retroactivos con intereses.

Según él, la situación actual pone de manifiesto la repetición de un error histórico por parte de gobiernos que tratan el retraso en la tramitación de las prestaciones del INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social de Brasil) como un problema urgente. Recuerda que administraciones anteriores ya pusieron a prueba medidas basadas en incentivos a la productividad, con resultados limitados. «Hubo algunas mejoras puntuales, pero siempre insuficientes para abordar el problema de forma eficaz. Incluso antes de la suspensión, el retraso ya estaba creciendo significativamente», afirma.

El consultor aboga por una solución estructural a largo plazo, ya que otorgar las prestaciones dentro del plazo legal resulta más económico. «El sistema de la Seguridad Social necesita replantearse sus procesos», afirma. «Existen sistemas que no se comunican entre sí, tareas que se superponen y análisis repetidos de asuntos que ya se han resuelto en los tribunales. Esto genera apelaciones innecesarias y obliga a millones de personas a recurrir al sistema judicial».

Según el Consejo Nacional de Justicia (CNJ), el INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social de Brasil) es actualmente el mayor litigante del país, con aproximadamente 4 millones de demandas en trámite. «Cada demanda cuesta entre cinco y seis veces más que un procedimiento administrativo», señala Lopes.

Las colas INSS requieren una solución combinada.

Según Lopes, el problema requiere una solución integral. Además de invertir en tecnología e inteligencia artificial —que deberían incorporarse para optimizar la evaluación de las solicitudes— es necesario aumentar la plantilla. «Desde 2007 se sabía que la mitad del personal del INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social de Brasil) se jubilaría en un plazo de diez años. Esto sucedió, pero no hubo reemplazo. Los gobiernos apostaron a que la tecnología sustituiría a la fuerza laboral, y el resultado es evidente», afirma.

Aun considerando la situación fiscal del gobierno, Lopes defiende la contratación de nuevos funcionarios públicos. «Es una ilusión pensar que el problema se puede resolver sin gasto», afirma. «Existen medidas de reestructuración interna que cuestan poco, pero estructuralmente será necesario invertir en personal, tecnología e integración de sistemas».

Según él, el gasto inicial es inevitable, pero se amortiza rápidamente. "Sobre todo si se tiene en cuenta el elevado coste social de la demora —personas sin ingresos, familias vulnerables y un aumento de los litigios—, lo que significa que el país ya está asumiendo este gasto por otros medios", señala.

“Lo que falta no es un plan de emergencia, sino una política estatal. Si no se hace nada, la lista de espera seguirá creciendo, y con ella, el gasto público.”

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